El sedentarismo es una de las principales causas de obesidad entre niños y adolescentes, con el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 o hipertensión, patologías al alza entre los más jóvenes. Sin embargo, no es el único perjuicio que puede causarles. La falta de actividad física repercute también en el funcionamiento y desarrollo de su cerebro. Por el contrario, cada vez más estudios resaltan la relación positiva entre la actividad física y un mejor funcionamiento cerebral, una creencia que surgió en la antigua Grecia y que ahora la neurociencia corrobora.
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